El bogavante es uno de los crustáceos marinos más grandes que existen y uno de los mejores acompañantes a nuestras comidas por su intenso sabor. Tienen diez patas, dos de las cuales se han transformado en dos grandes pinzas desiguales, una más gruesa y más desarrollada que la otra. Ambas le sirven para atrapar y quebrantar a sus presas.
El bogavante se distingue de la langosta por tener un cuerpo más delgado de color azul oscuro jaspeado, salpicado de motitas amarillas y laterales ventrales amarillentos, aunque este cambia de color y se vuelve rojizo tras la cocción. En su punto es sublime: meloso y con un gran sabor a mar, perfecto para crear uno de nuestros platos más populares.
En cuanto a tallas, el bogavante llega a ser algo más grande, lo habitual es que oscile entre los 23 y los 50 cm. Sin embargo, el mínimo para capturarlo en el mediterráneo es de 24 cm. Es uno de los marisco más prestigiosos y está protegido por ser de lento crecimiento.
El bogavante se alimenta de sepias, calamares, pulpos y pequeños peces, vive en zonas de acantilados y fondos rocosos, se encuentra a menos de 40 metros y no se aleja mucho de la costa. Para pescarlos se suelen utilizar las ‘nasas langosteras’, unas mallas cebadas con peces y situadas en las zonas en las que habitan.
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