Si muchos consideran la gastronomía algo importante, para los gallegos significa mucho más todavía. Los productos de la tierra pasan a ser el orgullo en el que destaca la alta calidad de sus materias primas, algo que se pone de manifiesto en las más de 300 fiestas gastronómicas que tienen lugar a lo largo del año.
No hablamos solo de aquellos productos procedentes del mar (ya que por todos es sabido el manjar del marisco gallego) sino aquellos otros autóctonos que han destacado a lo largo de muchas décadas sobre las mesas de toda Galicia.
Si hay un plato que enamora, además del pulpo y la empanada, es el Caldo Gallego, lo más preciado y querido en tiempos de frío. El Caldo es un clásico que nunca falta en la mesa de una abuela y que está compuesto por berzas o navizas, cachelos (pataca galega), habas y tocino, entre otros.
Y es que no hay nada más reconfortante para el cuerpo en días de frío y lluvia que un buen caldo gallego. Hace que entres en calor de forma inmediata además de provocar en el estómago una felicidad infinita. Puede venir servido en plato hondo o cunca (con más estilo) para que puedas rodearlo fuerte con las manos. Para nunca más soltarlo.
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